24 de agosto de 2011

El Juego del Condenado - Alejandra Ziebrecht









Selección de Poemas




*



Mi cuerpo cuelga de las letras
como armadura en llamas

Arranco sílabas a mi boca

Juego de niño sentenciado
adinivino palabras
escribo silencios






Interrogante que busca una salida
Presencia de otro fuego
Cada palabra es un disparo a la muerte




*




Rompe su placenta
Es dolor
Destino
Llanto que sube desde el centro
Desesperada sed
La palabra



*



La palabra es fuego
Arde o se extingue

Tened un morbo piadoso
no vayàis de rodillas culpándome

El condenado soy yo




*



Campanadas
Pájaros en vuelo
alcanzados por la muerte
Fuego el gemido

Alea jacta est




*





Arena de una playa devastada
es la vida

Y nosotros lloramos
sobre un plantío
devorado por el fuego



*




Sólo en la memoria
todas las cosas tienen nombre
Ella enlaza su condena
a un esqueleto mayor
que es el tiempo





*




Vivir
sólo para que nuestros dolores
no cambien de dueño





*



Morir como palabra desgranada
sílaba ausente del poema
morir entre paréntesis
(circular como la luna)

Morir y permanecer

Una alcoba vacía
ausente de deseo




*



No hay quejas ni sueños
el cuerpo es la cruz

En un rincón de sí mismo
arde el inmolado



*




Desnudos nacemos
La palabra urde nuestra vestidura





*



Dentro de mi osamenta
un condenado
respira el último sollozo





*



Escapa un grito
y no eres sino el eco del grito
que irrumpe alado
en la pequeñez de un cuerpo

Cáliz sagrado
ese dolor que se propaga
en la consumación del primer llanto




*




En el pozo del recuerdo
Caen los desahuciados del futuro





*




Busco su huella
en el viento o el fuego

Nadie sabe mi nombre





*




Eres nuevo Lázaro
sangre
huesos
rota sepultura

Nadie sabrá
de qué oscura muerte te redimes





*



Pez
Horizonte
Hendidura frutal
Nascencia
Delirio
Olas tragadas por el fuego
Fuego en los rincones de la memoria

El cuerpo
el huérfano
el perseguido
el despojado
después del goce
a merced del vacío





*



En lo íntimo
sin leño ni ventisca
la hoguera expande su pulmón de fuego

El hombre es sólo
una cosecha de cenizas








***










© Alejandra Ziebrecht

2 de agosto de 2011

Yo me apegué al nombre



Yo me apegué al nombre
me dijeron tómalo
es tuyo
me lo pusieron como un vestido
de piel
de uñas
de ojos
para que fuera
de acuerdo a él
yo creía que grito era mi nombre
que llanto mi apellido
que palmada mi apodo
y que era la prolongación
de una mujer 
cuyo nombre era madre

el nombre de la cosa
contiene la cosa
me dijeron
entonces repudié el vestido
que no era mi nombre
pero me contenía
de prestado

tampoco era madre tu nombre
como el mío no era llanto
las dos quisimos poco
nuestras falsas identidades
        




© Alejandra Ziebrecht
Libro: El sueño (2009)

Asuntos Pendientes




Salvador Dalí


Qué duda cabe
después de la despedida
que ha durado siglos
consagrados a la extensión
de los cuerpos
Qué pesadilla o bestial aprendizaje
o morbo
ha sido este
convite a lo imposible
a lo gastado
de ti
y de mí
a los remiendos
Ni yo
ahora
sé por qué escribo
cuando debiera
estar sobre la cama
soñando con la muerte
esperándola
o pensando en la puta de Talcahuano
que se quemó a lo bonzo
por culpa del olvido
Como dijo la Palmenia Pizarro
por culpa del mal amor
por culpa del licor barato de la tía Yola
Qué duda cabe
Bartleby tenía razón
sólo queda tenderse sobre un césped de manicomio
con los ojos abiertos
para que nadie dude que estamos vivos
pero muertos
Que preferiríamos no hacerlo
pero igual se nos vienen las ganas de amar
de escribir sobre los muros
de una ciudad indiferente
Igual el otoño
se llevó desnuda a  la puta de Colón
su cuerpo del delito
mulata
como la Amalia Rodríguez
igual de triste
pero más pobre
infinitamente más sola
menos diva

Qué duda cabe
si los suicidas son inmortales Maupassant
no le entran balas
ni cuchillos
sólo se mueren de palabras idas
de silencio
de habitaciones encerradas
de soledad
nos incendiamos de soledad
somos brazas a medio fundir
huesos carbonizados
que dicen adiós
porque hay una hermandad de las cenizas
donde nos encontraremos
Por eso esta tarde
de bruces sobre mí
me habla de todas
Marguerite
Virginia
pero sobre todas
sobre cada una de ellas
y de mí
que me lo sufro todo escuchando a la Palmenia
pienso en la putita de Talcahuano
que rompió la noche con su grito de madera quemada
de cuerpo obrero
proletario
de fado triste
de saudade
de radio a pilas
de inmigrante
de poetisa sin libro
sin beca literaria
sin subsidio rural ni del otro
sin hoyo donde enterrarla
(qué paradójico)
Sólo el destino de las animitas es para ella
Animita de las putas de la calle Colón
flores de papel
mil grullas
y el cielo se les abre
¡Ay! no sé por qué escribo
de los adioses Vilariño
a ti te regalaron unas noches en exclusiva
es todo cuanto pudo Onetti
es todo cuanto pueden darnos
no te creas la muerte
después todo se desgaja
y por eso se escribe
sobre asuntos pendientes
como la cuenta de la luz
la sobrevivencia toda
entre los versos que no nos alimentan
las páginas sociales
y el colon irritable
en los bordes de la desesperación
pensando en la tarde que nos encontrará a tientas
buscando algo
que no se ha perdido
porque nunca estuvo
En la ausencia
como las cartas muertas de Bartlebly

Qué duda cabe







© Alejandra Ziebrecht
Libro: El sueño (2009)

21 de julio de 2011

Aquello que nos hermana




Gregory Colbert

No comeré de mi enemigo 
sino aquello que nos hermana 

(Descolgamos el viejo látigo 
de la misma oscura celda) 

Para los húmedos fragmentos del corazón 
la muerte dispone su mesa 








© Alejandra Ziebrecht




Casas tristes 
navegan sombrías 
en mi calle 

Tras las cortinas 
vislumbro 
rostros cabizbajos 

La muerte bosteza 
en los portales 

Tenemos miedo 
de ser peces a la deriva 
mientras Ella extiende sus redes









© Alejandra Ziebrecht

Me corompen estas calles



Me corrompen estas calles 
el mar con su escándalo demente 

Me persigue la sal 
el olor de las cantinas 
el mercado de mujeres 

La noche es una barcada 
el amor un ardite 

Estos ebrios se beben el mundo 
y qué importa el aguacero 
amparado en canciones añejas 
en boleros trasnochados 

El olor a carne fresca promete recuerdos 
una bita en donde atar la vida 

El bar se ha vuelto una isla 
sin puntos cardinales








© Alejandra Ziebrecht

Estas santas mujeres


Estas santas mujeres 
pintan arcoiris con sus piernas 

Son el feriado ilegal 
la huelga sin pancartas 
el testamento otoñal de los ebrios 
la entrada al purgatorio 

Ellas juzgan lo divino en lo humano 
ascienden lo humano hasta su divinidad 

Conocen de memoria a qué saben los cuerpos 
perciben los olores 
no por los ojos siempre cerrados 
no por los sueños sino por la vigilia 
Es que buscan y nunca encuentran 
la bocanada breve del consuelo











© Alejandra Ziebrecht

Acaso no son temibles



Acaso no son temibles 
los tentáculos el muro la reverencia 

Acaso no siempre arremeter es necesario 
cuando la piel a gritos 

Acaso no disimular 
a tajo abierto la existencia 

Si fueron ellas 
quienes exorcizaron cadáveres 
de navegantes 

Acaso no fuese útil 
acallar sus gritos 

Entregarlas de una vez 
y para siempre 
si todo está predestinado 







© Alejandra Ziebrecht

Al otro lado de mí


Al otro lado de mí 
hay un náufrago 

(Un grito que duele 
permanece) 

Al reverso de mí 
un salvavidas grita 
detrás de la luna 

Y no le escucha





© Alejandra Ziebrecht

Uno es mar porque está vivo





Uno es mar porque está vivo 
Deambula por los andenes 
con una maleta rota 

(Anoche escapaba un pez 
de tus pupilas) 

Desterrado 
a orillas de la noche infernal 
enredado entre las algas 

(Anoche un náufrago gritaba en tus pupilas)






© Alejandra Ziebrecht